Los leoneses
observamos con preocupación, especialmente desde la provincia, la evolución de
nuestra ciudad de León. Comprobamos cada día cómo los equipos de gobierno se
preocupan casi exclusivamente de la contabilidad, disciplina que puede ser una
importante herramienta, pero nunca un fin en sí mismo. Percibimos en la
oposición una gran dispersión de intereses primando los de situaciones
personales en el partido, pero una clamorosa
ausencia de análisis, de proyectos y de propuestas de calado. La
sensación que tenemos, es que se ha establecido la mediocridad en los tres ayuntamientos que configuran nuestra capital:
León, Villaquilambre y San Andrés del Rabanedo.
Sí,
la primera preocupación es que esta ciudad tiene una estructura del siglo XIX
para atender los retos del siglo XXI, compuesta por un alfoz con al menos tres
ayuntamientos que no han sabido ni saben integrar el urbanismo o el transporte
urbano, y no digamos los servicios, lo que los convierte en tres pueblos grandes
en lugar de una mediana ciudad.
Si
revisamos algunos ejemplos de éxito en España, veremos que las ciudades con
importancia han tenido una vocación propia y mantenida en el tiempo, que las
diferencia y las distingue: Barcelona ha apostado desde hace más de cien años,
por el estilo y la distinción parisina, y trasladó a su entorno esa atmósfera
que se respira en París; Sevilla se hizo su hueco en capitanear la fuerte
cultura local y regional; Bilbao se reinventó, y pasó de ser una fea y un poco
destartalada ciudad industrial a urbe en clave cultural y urbanística de gran
proyección mundial; Vitoria supo siempre compatibilizar el rápido crecimiento
urbano e industrial con la armonía de una ciudad verde
y bien estructurada que es el orgullo de sus ciudadanos; Salamanca aposto hace
más de treinta años por potenciar sus puntos fuertes en la cultura y consiguió
en 2002 ser capital cultural de Europa, lo que supuso una mejora radical de su
estructura y urbanismo. Actualmente quiere repetir la experiencia en la celebración
del VIII Centenario de la fundación de su Universidad, en el año 2018, dentro
de cuatro años. Ya ha conseguido compromisos importantes al respecto, como
recientemente el del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música
del Ministerio de Cultura, con una amplia programación de teatro, música y
danza y la intención de mantenerlo en el tiempo. Por cierto, esta Universidad
fue fundada por el rey de León, Alfonso IX, que tenía su corte en esta ciudad,
y todavía nuestros políticos no han dado muestras de haberse enterado y menos
de participar en el evento.
Pues
bien, León como ciudad tiene que superar algunas barreras absurdas y dar
proyección y altura de miras a su gestión:
- Debe
asumir que no sólo pertenece a los que viven en su ayuntamiento, sino a toda la
provincia, ya que es nuestra urbe de referencia, donde nos gastamos la mayor
parte del sueldo o de la pensión y ayudamos a crear puestos de trabajo. Por
tanto, debe solidarizarse y colaborar en la solución de los problemas de la
provincia y zonas de influencia, además de los propios.
- Es
urgente que supere la estructura decimonónica que la entorpece y que se
convierta en una ciudad de 200.000 habitantes; una urbe que arrope los
servicios correspondientes a este tamaño con un coste adecuado, y con la
capacidad de reivindicación y de ser revulsivo del progreso y del futuro de
toda la provincia.
- Ha
de tener un objetivo en la historia actual que nos haga salir de la
mediocridad. Necesitamos saber qué ciudad queremos a 10 ó 20 años vista y caminar
decididamente hacia ese objetivo.
- Tenemos
que potenciar nuestras posibilidades sin dejar pasar ni una, apoyando la
participación de los ciudadanos. A modo de ejemplo, en 2017, dentro de tres
años, se celebra el milenio de los Fueros de la Ciudad de León, hito
legislativo en el mundo medieval y que sirvieron de guía a multitud de ciudades
importantes de la época. Habría que ponerse de lleno a liderar y potenciar esa
efeméride.
- Deberíamos
ser una ciudad innovadora. Los alcaldes, concejales, presidentes de la
diputación, etc., por el mero hecho de serlo no tienen por qué ser el foco del
que surjan las ideas más innovadoras, pero sí tienen que saber canalizar y
liderar las que aportan los ciudadanos.
Todos
estos proyectos no precisan tanto dinero, que parece que es lo que maniata a
nuestros gobernantes; necesitan ingenio, liderazgo y participación. Sólo así
nuestra ciudad será capaz de expresar toda la capacidad de liderazgo que
atesora.
Así
te queremos, León.